jueves, 18 de junio de 2015

La Inquisición en Sevilla




Sevilla fue la capital espiritual de la Santa Inquisición en España, estableciéndose en 1480 y donde ya se conocen casos de condena del tribunal en 1481, año en el que fueron quemadas en la hoguera más de 2000 personas. En 1520, el número de condenados superó los 30.000, de estos unos 4000 condenados a la hoguera.

Fue en la actual Iglesia de la Magdalena, erigida a fines del S. XVII sobre la misma planta de la antigua iglesia del convento de San Pablo el Real de los dominicos, que fue la primera sede de la Inquisición en Sevilla, establecida por los dominicos Fray Miguel de Morillo y Fray Juan de San Martín.

De aquel oscuro periodo histórico de la ciudad, aun se conserva en sus muros el fresco pintado por Lucas Valdés que representa un auto de fe y a un hereje que es conducido al quemadero identificado tradicionalmente con Diego López Duro, un mercader de Osuna (Sevilla), de origen portugués, que fue quemado vivo por delitos de judaísmo el 28 de octubre de 1703. Por ello esta pintura se conoce como El Suplicio de Diego Duro.

El alto número de presos y presuntos herejes o infieles hizo que aquel primer recinto del Convento de San Pablo se quedara pequeño, por lo cual se tuvo que pensar en habilitar una nueva sede. Siendo Inquisidor General de España Don Fernando Valdés, cardenal arzobispo de Sevilla, en el margen del Guadalquivir, junto al arrabal de Triana, estaba el Castillo de San Jorge, que fue edificado sobre los restos de una antigua fortaleza árabe, y que contaba con 26 cárceles secretas, las cuales eran calificadas por el mismísimo Santo Oficio en el S. XVII como "antros de horror, hediondez y soledad".

 Estas estaban orientadas al Altozano, a la calle San Jorge y a la calle Castilla. Dentro del castillo se encontraba también la Iglesia de San Jorge, primitiva parroquia de Triana. La Inquisición estuvo establecida en el castillo desde 1481 a 1785, comenzando las actuaciones desde este en 1482 y utilizando para realizar sus autos de fe, primero las gradas de la Catedral, y más tarde en la Plaza de San Francisco, aunque la mayoría tuvieron lugar en la iglesia de Santa Ana, además de la de San Marcos y en el convento de San Pablo.

Según el historiador Ortiz de Zúñiga, en su libro Anales de Sevilla, en el castillo se colocó la siguiente inscripción en latín: "Sanctum Inquisitionis officium contra hereticorum pravitatem in hispanis regnis initiatum est Hispali, anno MCCCCLXXXI, sedente in trono apostolico Sixto IV, a quo fuit concessum, et regnantibus in Hispania Ferdinando V et Elisabet, a quibus fuit imprecatum. Generalis inquisitor primus fuit frates Thomas de Torquemada, prior conventus Sanctae Crucis segoviensis, ordinis predicatorum. Faxit Deus ut, in fidei tutelam et augmentum, in finem usque saeculi permaneat, etc. -Exurge, Domine, judica causam tuam.- Capite nobis vulpes".

Los reos condenados eran encarcelados en el Castillo de San Jorge y los condenados a la hoguera, eran trasladados hasta el quemadero de San Diego, en los terrenos de la actual Tablada, que fue utilizado por ultima vez en 1781. Pero no solo se quemaron judíos, hay constancia de la quema de clérigos y frailes, dándose el caso de quemar de manera póstuma, aquellos condenados muertos con anterioridad al juicio, desenterrando sus huesos de los cementerios de la ciudad, por aquel entonces en la Trinidad, San Agustín y San Bernardo, para ser quemados.

Tal dureza se empleaba en la Inquisición sevillana que el Papa Sixto IV en 1482 dijo sobre ella "Proceden sin observar ningún orden de derecho, encarcelan a muchos injustamente, les someten a duros tormentos, les declaran herejes y expolian sus bienes de los que han matado", pero decidió, como ya hemos contado, independizarla y lavarse las manos, como ya hiciera en su momento Pilato.

Más de 120 años después del comienzo de la Inquisición en Sevilla, Fernando Niño de Guevara, Inquisidor General que se caracterizó por su intransigencia, durante su cargo mando ejecutar a más de 2.000 personas, teniendo que renunció al cargo por orden del Rey en 1602. Un año antes, en 1601, fue nombrado Cardenal de Sevilla, donde ejerció el cargo hasta su muerte.

En 1604, Niño de Guevara publicó unas disposiciones en las que mandaba un estricto control sobre la población morisca para procurar el cumplimiento de los preceptos de la iglesia y para que los niños fuesen educados en la fe cristiana, siendo en 1609, ya muerto el Cardenal, cuando se publicó el bando de expulsión de los mismo

martes, 2 de junio de 2015

El Saeta


El día 12 de agosto de 1955 se realizaba el vuelo de prueba del primer avión reactor español, el “HA 200 Saeta”, construido en Triana por La Hispano Aviación y pilotado por Fernando de Juan y Valiente, que fue un éxito. Para desarrollar el proyecto del primer avión reactor diseñado y construido íntegramente en España, La Hispano Aviación, con talleres en la calle San Jacinto,  formó un equipo español asesorado por una figura legendaria de la aviación alemana, el profesor Willy Messerschmitt. El equipo de trabajo lo formaron los ingenieros señores Figueroa, Rubio, Esteva y Lara y el piloto de pruebas, Fernando de Juan y Valiente.

Con este avión puede decirse que entraba la industria aeronáutica española en la modernidad, siendo nuestro primer reactor y asimismo el primero construido bajo licencia fuera de nuestras fronteras; no obstante, diversas circunstancias impidieron el éxito abrumador que merecía la óptima calidad del proyecto.

Derivado del HA-100 “Triana” y teniendo con él gran parte de elementos comunes, se diseña con plano monolarguero, dotado con frenos ventrales de picado, flaps, frenos y tren de aterrizaje de operación manual o hidráulica, según los modelos, estabilizador de incidencia variable actuado eléctricamente, y cabina presurizada, salvo en sus prototipos. El tren tiene amortiguadores oleoneumáticos y puede ser extendido neumáticamente en emergencia.

Pilotado en su primer vuelo por Fernando de Juan Valiente, denota ser un avión extraordinariamente ágil, preciso, y relativamente sencillo de volar, pidiéndose pronto una serie por parte del Ejército del Aire. Sin embargo, el desarrollo de este excelente aparato es lento y revela el estado en gran medida artesanal que a la sazón tenía nuestra industria. Además de esto, el equipo con que se le dota no va parejo con la calidad aerodinámica del avión. Por todo ello, aunque se logra en 1959 exportar una decena a la República Arabe Unida, junto con la licencia de fabricación, se pierden posibles contratos entre ellos uno potencialmente muy sustancioso con Sudáfrica- y cuando el “Saeta” vuela operativamente con nuestra Fuerza Aérea ¡han pasado ya diez años desde que lo hiciera por primera vez su prototipo!

En sus salidas al exterior causa excelente impresión la espectacularidad de los vuelos que con él efectúan Valiente y Perico Santacruz, siendo especialmente memorable la exhibición de arrojo y maniobrabilidad que, sobre los restos llameantes del Fiat G-91 en que se acaba de estrellar Italo Donati, realiza Santacruz en el Salón Aeronáutico de Le Bourget en junio del 65, vuelo que comienza con un “looping” de salida...

Meses antes, en noviembre del 64, entra a título experimental el Saeta (E.14 en nomenclatura militar) en servicio con la Escuela Básica de Matacán -nunca llegó a hacerlo en la de Reactores de Talavera- y poco después en la base de Villanubla (Valladolid) en versión C.10B de ataque. (Consistía ésta en una versión del ya mejorado HA-200D, capaz de admitir armamento y remotorizarse con el “Marboré VI”).

Años más tarde, en 1972, pasa como entrenador a la Academia General del Aire de San Javier. Desde junio del 70 volaban ya los C.10B con base en Canarias, y sobre las arenas del entonces Sáhara Español entran en acción contra las guerrillas del Polisario, mostrándose allí como una muy precisa plataforma de tiro.

También por esas fechas sale la última de sus versiones; el HA-220 o “Super Saeta”, monoplaza, que no llega a prestar nunca servicio de combate y opera desde febrero del 76 en Morón de la Frontera. Se construyen en España un total de 102 HA-200 en sus diferentes versiones, más 25 HA-220.

En Egipto se inicia una serie de 90, localmente llamados “Al Kahira”, de los que sólo 63 llegan a ser entregados. Es probable que actuaran contra Israel en la “Guerra de los Seis Días” del año 67, y con certeza alguno de ellos fue destruido en el suelo.

Los españoles fueron finalmente dados de baja en diciembre del 81, después de unos tres lustros de en general satisfactorio servicio, poniendo así punto final a la historia de nuestro primer reactor, avión extraordinario en cuanto a sus cualidades de vuelo y no más que mediano en lo que al equipo se refiere.

Pero por fortuna, no se desvanece aquí del todo su huella, ya que poco más tarde veinticuatro Saetas de uno y otro tipo son comprados por un particular en una subasta pública del Ejército del Aire, y revendidos después, la gran mayoría en los Estados Unidos, donde, según nuestras noticias, un mínimo de tres continúan actualmente en vuelo.

Unidades del “HA-200 Saeta” pueden verse como símbolos aeronáuticos en la entrada de la Urbanización La Motilla, cerca de Dos Hermanas, y en la plaza dedicada al coronel médico Antonio Muñoz Cariñano en San Juan de Aznalfarache.