Una de las historias más curiosas relacionadas con Romero Murube, es sin duda la de la presencia en el Alcázar sevillano de Miguel Hernández y su posible encuentro con el General Franco.
Joaquín Arbide en su libro La leyenda de Joaquín Romero Murube nos aclara bastante el asunto y recoge numerosas opiniones al respecto pero la conclusión final se la tenemos que dejar a los lectores.
Parece confirmado que Miguel Hernández estuvo escondido en el Alcázar por Romero Murube donde llegó en busca de ayuda con una carta de José María de Cossío para Joaquín. Incluso Julio Miguel de la Rosa cree recordar el sitio exacto donde estuvo cobijado “ una especie de desván lleno de muebles antiguos, donde Joaquín le preparó un habitáculo.
Parece ser que Miguel Hernández pidió protección a Romero Murube en su huida con destino a Portugal donde se le tenía preparado paradero y residencia en Lisboa. “Estuvo aquí unos cuantos días. Llegó angustiado me contó lo que pasaba, que se estaban cepilado a todo el mundo y que a él, desde luego, como lo cogiesen, lo mataban, así que pidió que lo escondiera como pudiese”. Esto lo contó Romero Murube a Manolo Barrios y a Manuel Alonso Vicedo en su pequeño despacho de Alcázar.
Hernández deseoso de realizar esta huida, desapareció una noche. Luego se supo que no tuvo dificultades en conseguir pasar la frontera, y cuando ya parecía que todo iba por buen camino, se pierde en el campo, hasta que divisa en la lejanía un pueblo al que derecho se dirigió confiado y lleno de necesidad. En la primera venta pidió auxilio, pero pudo comprobar que se encontraba otra vez en España, siendo el pueblo donde estaba Rosal de la Frontera -en la provincia de Huelva-. Allí lo denunciaron y se dieron trazas para entregarlo a la policía española -corría 1939-, comenzando de nuevo el calvario de cárcel en cárcel hasta llegar a la definitiva», que fue la de Alicante, donde falleció en 1942, a los 32 años de edad.
Hasta aquí todos lo descrito se ajusta bastante a la realidad y está corroborado por numerosos testimonios. La otra parte de la historia es esta que sigue relatando Romero Murube a sus interlocutores:
“Una tarde nos encontrábamos en un determinado jardín del Alcázar charlando y paseando y Franco estaba en Sevilla. Al poco le dije a Miguel que si sabía quién era aquel señor pequeñito que se acercaba hacia ellos. Miguel no o sabía y le dije que era Franco. Entonces e preguntó que debía hacer y le dije que nada, que se portara normalmente. Se acercaron. Saludé –Buenas tardes, mi General– yo hice… lo que tenía que hacer: presentarlos. Se estrecharon la mano. Y Franco continuó con su paseo…”
Fue posible este encuentro. Jacobo Cortines es tajante. “Sí, la anécdota es auténtica. Había un notario de Villalba del Alcor, creo, que ha muerto, que contó muchas cosas sobre esta historia”. Sin embargo Julio Miguel de la Rosa opina: “Que Franco en aquella primavera visitó Sevilla para la Semana Santa, sí. Que le gustara pasear con el conservador del Alcázar, también. Ahora que estuviera Miguel y que se arriesgase a salir a tomar el sol, me parece un valor que yo no se lo discuto a Miguel, pero me parece inoportuno. Que amén de esa inoportunidad se encontrara con Franco , esto ya roza en lo inverosímil… Joaquín inventaba sobre la marcha cosas magníficas”.
Hasta aquí casi todo lo que sobre el tema se conoce. La verdad… queda a criterio de ustedes.