viernes, 10 de junio de 2016

El “ciclón” Javierre


Javierre estuvo en comisaría diez o doce veces durante los tres años en que fue director del diario; en los juzgados, por denuncias por artículos publicados, una vez cada quince días; con su gracejo afirma que “si tardaba más, los oficiales me decían: ¡cuanto tiempo sin verle!”

Desde el 2 de abril de 1969 hasta el 29 de abril de 1972, El Correo de Andalucía vivió, dirigido por el sacerdote José María Javierre, la más significativa etapa de su historia, después de la fundacional en tiempos muy difíciles para la Iglesia católica. Fueron tres años asombrosos que tuvieron un fin aún más sorprendente: la defenestración del cura Javierre por la Editorial Católica Española con la aceptación del cardenal arzobispo Bueno Monreal. Fue el final inexplicable de un proyecto sin concluir.

El periódico había iniciado desde 1967, con el nombramiento de Rafael González Rodríguez que sustituyo a José Montoto al frente del mismo, un cambio radical, aprovechando de lleno las posibilidades de la Ley de Prensa de 1966, gracias a la relativa permisividad que daba la pertenencia del diario a la jerarquía católica. Con la llegada Javierre se mantuvo e incluso aumentó la beligerancia del periódico, ampliando y mejorando los frentes informativos de los sectores sociales y económicos.

El afianzamiento del periódico logrado por José María Javierre durante su primer año de mandato, culminó en junio de 1970 con la creación de la sección diaria “Mundo Laboral”, por entonces inexistente en los demás diarios y que, desde su comienzo, fue el “tablón de anuncios” de los movimientos sindicales entonces ilegales, principales suministradores de noticias laborales y empresariales conflictivas.

Según el propio Javierre el solo fue obediente: “Cuando el cardenal Bueno Monreal me pidió que me encargara de El Correo de Andalucía... me ordenó que pusiera el periódico a disposición de los movimientos sindicales y políticos subterráneos”. “... Al cardenal le habría impresionado… el Concilio Vaticano con sus postulados sociales. Vino muy tocado”. De hecho, bajo su mandato, se continuó con la transformación emprendida por su antecesor González, convirtiendo una hoja parroquial en un periódico influyente y en el único periódico local beligerante contra el Régimen del general Franco. Hasta tal punto que el Gobernador Militar llegó a amenazarlo con "meter los tanques en el patio del periódico". A su vez, y con una montaña de expedientes, el Tribunal de Orden Público trató de aburrirlo, o mejor dicho de callarlo, pero no consiguieron mermar la osadía de Javierre. (...)

José María Javierre estuvo al frente del periódico hasta abril de 1972 y con él se formaron varios jóvenes periodistas que se enfrentaron al sistema sociopolítico con voluntad justiciera y espíritu populista. Entre ellos destacaron Juan Holgado, Antonio Guerra, Juan Teba y Antonio Garmendia.

El papel de El Correo de Andalucía en Sevilla fue similar al de los periódicos Madrid y Diario de Mallorca, como símbolos de la contestación al franquismo en la Prensa diaria. En la semanal había varias cabeceras muy beligerantes entre ellas Triunfo, El Ciervo y Cuadernos para el Diálogo.

Solo los iniciados estaban al tanto del apoyo de la iglesia sevillana a los movimientos obreros antifranquistas. Desde los primeros años sesenta, el obispo auxiliar José María Cirarda Lachiondo [1960-1968] apoyó iniciativas apostólicas para recuperar el protagonismo eclesiástico en el mundo laboral, además de en otros campos socioeconómicos y políticos. Desde el Concilio Vaticano II, parte del clero español, con varios prelados al frente, pugnaba por alejarse del Nacional-Catolicismo que le había vinculado al Régimen del general Franco desde la guerra civil, hasta el punto de que Iglesia y Estado aparecían como una misma cosa para la inmensa mayoría de la sociedad.

Tomando como estandarte El Correo de Andalucía, la Iglesia presentó durante la última etapa del  franquismo un desafío insólito en Sevilla, una de las ciudades más castigada por carencias sociales como viviendas, escuelas y puestos de trabajo, además de ser la única de España con refugios para familias sin hogar. Unas circunstancias sociales críticas que se complementaban con la conflictividad laboral en sus principales empresas.

Javierre estuvo en comisaría diez o doce veces durante los tres años en que fue director del diario; en los juzgados, por denuncias por artículos publicados, una vez cada quince días; con su gracejo afirma que “si tardaba más, los oficiales me decían: ¡cuanto tiempo sin verle!”. El capitán general de la Región ordenó darse de baja, como suscriptores a todas las instituciones militares bajo su mando y la Hermandad de Alféreces Provisionales declaró persona non grata a Javierre. Pero el periódico durante su mandato triplicó su tirada.

Nunca estuvieron claras las razones que verdaderamente provocaron el cese del sacerdote José María Javierre en la dirección de El Correo de Andalucía, el 29 de abril de 1972. Bueno Monreal lo había sostenido como director con su apoyo personal hasta ese momento. Sin embargo ese día los miembros más conservadores de la Junta de fundadores lograron que éste fuese relevado de su cargo. La Junta, compuesta por cuatro progresistas, cuatro clericales y un auténtico fundador del periódico, Félix Sánchez Blanco, con más de ochenta años, que había delegado su voto en Bueno Monreal, decidieron su expulsión del periódico.

El resultado final fue de cinco a cuatro, en contra. Los cuatro fundadores clericales (Bueno Monreal, García de Pablos (presidente de La Editorial Católica), Gutiérrez Alviz, catedrático de Derecho Procesal en la Hispalense, y Manuel Trigo), más el voto delegado en el cardenal –delegación que después se comprobó no había sido firmada– acabaron con la presencia de Javierre al frente de El Correo de Andalucía. A favor de su permanencia estuvieron los votos del resto de los fundadores: el propio director, Juan Carlos Aguilar, Rojas-Marco y Luis Uruñuela.

Se cerraba así el fenómeno del “Ciclón” Javierre en el periódico y la sociedad sevillana. Sin embargo su salida no representó grandes consecuencias en la orientación de El Correo de Andalucía, ya que sus sucesores mantuvieron la línea editorial emprendida: la simiente sembrada por González y regada por Javierre dio sus frutos.

José María Javierre Ortas nació en Lanaja (Huesca) el 5 de marzo de 1924, pero viajó a Sevilla en la primavera de 1958 y allí se quedó para siempre.

En Andalucía echó raíces y cimentó su bien ganado prestigio de demócrata convencido, defensor de las libertades, periodista comprometido, andaluz de adopción ejemplar, escritor, historiador y reconocido intelectual, y, por encima de todo, sacerdote ortodoxo y disciplinado, rebelde y crítico.

En Sevilla escribió sus 36 libros -la mayoría, hagiografías de Papas y fundadores de órdenes religiosas-, excepto el primero, dedicado a la figura de San Pío X; dirigió el diario El Correo de Andalucía en dos etapas distintas, fundó la revista Tierras del Sur, promovió la Gran enciclopedia de Andalucía y la Gran enciclopedia de España y América, y durante 13 años divulgó la Iglesia andaluza al frente del programa Testigos hoy de Canal Sur TV después de dirigir Últimas preguntas de TVE.

Pero antes de pisar tierra andaluza, José María Javierre había estudiado humanidades en el seminario de Huesca; teología, en Salamanca, y filosofía, en Roma, donde fue vicerrector del Colegio Español; fundó el Colegio Español de Múnich, que ayudó a restablecer las maltrechas relaciones culturales entre España y Alemania tras la Guerra Civil; se hizo periodista, fue subdirector de la revista Ecclesia y compaginó su tierra de adopción con la corresponsalía del diario Ya en el Vaticano y como enviado especial en distintos países del mundo. Experto vaticanista y ferviente defensor del Concilio Vaticano II, conoció y profundizó en el mensaje de los papas Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, a quien acompañó en sus 15 primeros viajes.