Javierre
estuvo en comisaría diez o doce veces durante los tres años en que fue
director del diario; en los juzgados, por denuncias por artículos publicados,
una vez cada quince días; con su gracejo afirma que “si tardaba más, los
oficiales me decían: ¡cuanto tiempo sin verle!”
Desde
el 2 de abril de 1969 hasta el 29 de abril de 1972, El Correo de Andalucía vivió, dirigido por el sacerdote José María
Javierre, la más significativa etapa de su historia, después de la fundacional
en tiempos muy difíciles para la Iglesia católica. Fueron tres años asombrosos
que tuvieron un fin aún más sorprendente: la defenestración del cura Javierre
por la Editorial Católica Española con la aceptación del cardenal arzobispo
Bueno Monreal. Fue el final inexplicable de un proyecto sin concluir.
El
periódico había iniciado desde 1967, con el nombramiento de Rafael González
Rodríguez que sustituyo a José Montoto al frente del mismo, un cambio radical,
aprovechando de lleno las posibilidades de la Ley de Prensa de 1966, gracias a
la relativa permisividad que daba la pertenencia del diario a la jerarquía
católica. Con la llegada Javierre se mantuvo e incluso aumentó la beligerancia
del periódico, ampliando y mejorando los frentes informativos de los sectores
sociales y económicos.
El
afianzamiento del periódico logrado por José María Javierre durante su primer
año de mandato, culminó en junio de 1970 con la creación de la sección diaria
“Mundo Laboral”, por entonces inexistente en los demás diarios y que, desde su
comienzo, fue el “tablón de anuncios” de los movimientos sindicales entonces
ilegales, principales suministradores de noticias laborales y empresariales
conflictivas.
Según
el propio Javierre el solo fue obediente: “Cuando el cardenal Bueno Monreal me
pidió que me encargara de El Correo de
Andalucía... me ordenó que pusiera el periódico a disposición de los
movimientos sindicales y políticos subterráneos”. “... Al cardenal le habría
impresionado… el Concilio Vaticano con sus postulados sociales. Vino muy
tocado”. De hecho, bajo su mandato, se continuó con la transformación
emprendida por su antecesor González, convirtiendo una hoja parroquial en un periódico influyente y en el único periódico
local beligerante contra el Régimen del general Franco. Hasta tal punto que el
Gobernador Militar llegó a amenazarlo con "meter los tanques en el patio
del periódico". A su vez, y con una montaña de expedientes, el Tribunal de
Orden Público trató de aburrirlo, o mejor dicho de callarlo, pero no
consiguieron mermar la osadía de Javierre. (...)
José
María Javierre estuvo al frente del periódico hasta abril de 1972 y con él se
formaron varios jóvenes periodistas que se enfrentaron al sistema sociopolítico
con voluntad justiciera y espíritu populista. Entre ellos destacaron Juan
Holgado, Antonio Guerra, Juan Teba y Antonio Garmendia.
El
papel de El Correo de Andalucía en
Sevilla fue similar al de los periódicos Madrid
y Diario de Mallorca, como
símbolos de la contestación al franquismo en la Prensa diaria. En la semanal
había varias cabeceras muy beligerantes entre ellas Triunfo, El Ciervo y Cuadernos para el Diálogo.
Solo
los iniciados estaban al tanto del apoyo de la iglesia sevillana a los
movimientos obreros antifranquistas. Desde los primeros años sesenta, el obispo
auxiliar José María Cirarda Lachiondo [1960-1968] apoyó iniciativas apostólicas
para recuperar el protagonismo eclesiástico en el mundo laboral, además de en
otros campos socioeconómicos y políticos. Desde el Concilio Vaticano II, parte
del clero español, con varios prelados al frente, pugnaba por alejarse del
Nacional-Catolicismo que le había vinculado al Régimen del general Franco desde
la guerra civil, hasta el punto de que Iglesia y Estado aparecían como una
misma cosa para la inmensa mayoría de la sociedad.
Tomando
como estandarte El Correo de Andalucía,
la Iglesia presentó durante la última etapa del franquismo un desafío insólito en Sevilla, una
de las ciudades más castigada por carencias sociales como viviendas, escuelas y
puestos de trabajo, además de ser la única de España con refugios para familias
sin hogar. Unas circunstancias sociales críticas que se complementaban con la
conflictividad laboral en sus principales empresas.
Javierre
estuvo en comisaría diez o doce veces durante los tres años en que fue
director del diario; en los juzgados, por denuncias por artículos publicados,
una vez cada quince días; con su gracejo afirma que “si tardaba más, los
oficiales me decían: ¡cuanto tiempo sin verle!”. El capitán general de la
Región ordenó darse de baja, como suscriptores a todas las instituciones
militares bajo su mando y la Hermandad
de Alféreces Provisionales declaró persona non grata a Javierre. Pero el
periódico durante su mandato triplicó su tirada.
Nunca
estuvieron claras las razones que verdaderamente provocaron el cese del
sacerdote José María Javierre en la dirección de El Correo de Andalucía, el 29 de abril de 1972. Bueno Monreal lo
había sostenido como director con su apoyo personal hasta ese momento. Sin
embargo ese día los miembros más conservadores de la Junta de fundadores
lograron que éste fuese relevado de su cargo. La Junta, compuesta por cuatro
progresistas, cuatro clericales y un auténtico fundador del periódico, Félix
Sánchez Blanco, con más de ochenta años, que había delegado su voto en Bueno
Monreal, decidieron su expulsión del periódico.
El
resultado final fue de cinco a cuatro, en contra. Los cuatro fundadores
clericales (Bueno Monreal, García de Pablos (presidente de La Editorial
Católica), Gutiérrez Alviz, catedrático de Derecho Procesal en la Hispalense, y
Manuel Trigo), más el voto delegado en el cardenal –delegación que después se comprobó
no había sido firmada– acabaron con la presencia de Javierre al frente de El
Correo de Andalucía.
A favor de su permanencia estuvieron los votos del resto de los fundadores: el
propio director, Juan Carlos Aguilar, Rojas-Marco y Luis Uruñuela.
Se
cerraba así el fenómeno del “Ciclón” Javierre en el periódico y la sociedad
sevillana. Sin embargo su salida no representó grandes consecuencias en la
orientación de El Correo de Andalucía, ya que sus sucesores mantuvieron la
línea editorial emprendida: la simiente sembrada por González y regada por Javierre
dio sus frutos.
José
María Javierre Ortas nació en Lanaja (Huesca) el 5 de marzo de 1924, pero viajó
a Sevilla en la primavera de 1958 y allí se quedó para siempre.
En
Andalucía echó raíces y cimentó su bien ganado prestigio de demócrata
convencido, defensor de las libertades, periodista comprometido, andaluz de
adopción ejemplar, escritor, historiador y reconocido intelectual, y, por encima
de todo, sacerdote ortodoxo y disciplinado, rebelde y crítico.
En
Sevilla escribió sus 36 libros -la mayoría, hagiografías de Papas y fundadores
de órdenes religiosas-, excepto el primero, dedicado a la figura de San Pío X;
dirigió el diario El Correo de Andalucía
en dos etapas distintas, fundó la revista Tierras
del Sur, promovió la Gran
enciclopedia de Andalucía y la Gran
enciclopedia de España y América, y durante 13 años divulgó la Iglesia
andaluza al frente del programa Testigos hoy de Canal Sur TV después de dirigir
Últimas preguntas de TVE.
Pero
antes de pisar tierra andaluza, José María Javierre había estudiado humanidades
en el seminario de Huesca; teología, en Salamanca, y filosofía, en Roma, donde
fue vicerrector del Colegio Español; fundó el Colegio Español de Múnich, que
ayudó a restablecer las maltrechas relaciones culturales entre España y
Alemania tras la Guerra Civil; se hizo periodista, fue subdirector de la
revista Ecclesia y compaginó su
tierra de adopción con la corresponsalía del diario Ya en el Vaticano y como enviado especial en distintos países del
mundo. Experto vaticanista y ferviente defensor del Concilio Vaticano II,
conoció y profundizó en el mensaje de los papas Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI,
Juan Pablo I y Juan Pablo II, a quien acompañó en sus 15 primeros viajes.
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