Sevilla fue la capital espiritual de la
Santa Inquisición en España, estableciéndose en 1480 y donde ya se conocen
casos de condena del tribunal en 1481, año en el que fueron quemadas en la
hoguera más de 2000 personas. En 1520, el número de condenados superó los
30.000, de estos unos 4000 condenados a la hoguera.
Fue en la actual Iglesia de la Magdalena,
erigida a fines del S. XVII sobre la misma planta de la antigua iglesia del
convento de San Pablo el Real de los dominicos, que fue la primera sede de la
Inquisición en Sevilla, establecida por los dominicos Fray Miguel de Morillo y
Fray Juan de San Martín.
De aquel oscuro periodo histórico de la
ciudad, aun se conserva en sus muros el fresco pintado por Lucas Valdés que
representa un auto de fe y a un hereje que es conducido al quemadero
identificado tradicionalmente con Diego López Duro, un mercader de Osuna
(Sevilla), de origen portugués, que fue quemado vivo por delitos de judaísmo el
28 de octubre de 1703. Por ello esta pintura se conoce como El Suplicio de
Diego Duro.
El alto número de presos y presuntos
herejes o infieles hizo que aquel primer recinto del Convento de San Pablo se
quedara pequeño, por lo cual se tuvo que pensar en habilitar una nueva sede.
Siendo Inquisidor General de España Don Fernando Valdés, cardenal arzobispo de
Sevilla, en el margen del Guadalquivir, junto al arrabal de Triana, estaba el
Castillo de San Jorge, que fue edificado sobre los restos de una antigua
fortaleza árabe, y que contaba con 26 cárceles secretas, las cuales eran
calificadas por el mismísimo Santo Oficio en el S. XVII como "antros de
horror, hediondez y soledad".
Estas estaban orientadas al Altozano, a
la calle San Jorge y a la calle Castilla. Dentro del castillo se encontraba
también la Iglesia de San Jorge, primitiva parroquia de Triana. La Inquisición
estuvo establecida en el castillo desde 1481 a 1785, comenzando las actuaciones
desde este en 1482 y utilizando para realizar sus autos de fe, primero las
gradas de la Catedral, y más tarde en la Plaza de San Francisco, aunque la
mayoría tuvieron lugar en la iglesia de Santa Ana, además de la de San Marcos y
en el convento de San Pablo.
Según el historiador Ortiz de Zúñiga, en
su libro Anales de Sevilla, en el castillo se colocó la siguiente inscripción
en latín: "Sanctum Inquisitionis officium contra hereticorum pravitatem in
hispanis regnis initiatum est Hispali, anno MCCCCLXXXI, sedente in trono
apostolico Sixto IV, a quo fuit concessum, et regnantibus in Hispania
Ferdinando V et Elisabet, a quibus fuit imprecatum. Generalis inquisitor primus
fuit frates Thomas de Torquemada, prior conventus Sanctae Crucis segoviensis,
ordinis predicatorum. Faxit Deus ut, in fidei tutelam et augmentum, in finem
usque saeculi permaneat, etc. -Exurge, Domine, judica causam tuam.- Capite
nobis vulpes".
Los reos condenados eran encarcelados en
el Castillo de San Jorge y los condenados a la hoguera, eran trasladados hasta
el quemadero de San Diego, en los terrenos de la actual Tablada, que fue
utilizado por ultima vez en 1781. Pero no solo se quemaron judíos, hay
constancia de la quema de clérigos y frailes, dándose el caso de quemar de
manera póstuma, aquellos condenados muertos con anterioridad al juicio,
desenterrando sus huesos de los cementerios de la ciudad, por aquel entonces en
la Trinidad, San Agustín y San Bernardo, para ser quemados.
Tal dureza se empleaba en la Inquisición
sevillana que el Papa Sixto IV en 1482 dijo sobre ella "Proceden sin
observar ningún orden de derecho, encarcelan a muchos injustamente, les someten
a duros tormentos, les declaran herejes y expolian sus bienes de los que han
matado", pero decidió, como ya hemos contado, independizarla y lavarse las
manos, como ya hiciera en su momento Pilato.
Más de 120 años después del comienzo de
la Inquisición en Sevilla, Fernando Niño de Guevara, Inquisidor General que se
caracterizó por su intransigencia, durante su cargo mando ejecutar a más de
2.000 personas, teniendo que renunció al cargo por orden del Rey en 1602. Un
año antes, en 1601, fue nombrado Cardenal de Sevilla, donde ejerció el cargo
hasta su muerte.
En 1604, Niño de Guevara publicó unas
disposiciones en las que mandaba un estricto control sobre la población morisca
para procurar el cumplimiento de los preceptos de la iglesia y para que los
niños fuesen educados en la fe cristiana, siendo en 1609, ya muerto el
Cardenal, cuando se publicó el bando de expulsión de los mismo