lunes, 18 de agosto de 2014

La apasionante vida del Almirante Espinosa



La vida del Almirante Espinosa marino, científico, cosmógrafo e hidrógrafo, es realmente apasionante. Por eso hemos decidido traerla hasta nuestras páginas para que puedan conocerla y descubrir a un sevillano ejemplar.

José de Espinosa Maldonado y Tello de Guzmán (Sevilla, 1.763 – Madrid, 1.815), era hijo de don Miguel de Espinosa Maldonado, conde del Águila y Alcalde Mayor de Sevilla, y de Isabel María Tello de Guzmán, marquesa de Paradas y de Sauceda.


Su preparación, nos cuenta Martín Fernández de Navarrete fue excepcional:
«antes de terminar su infancia ya sabía escribir correctamente; había aprendido la retórica á la edad de nueve años; á los 13 había concluido la gramática latina, y á los 15 también había aprendido perfectamente el dibujo, el francés, la aritmética y la geometría ». 
Con 15 años hizo el pertinente examen e ingresó como guardiamarina en la Armada Española el 16 de agosto de 1.778, destacando rápidamente por sus brillantes calificaciones. Desde muy joven, sintió una profunda inquietud científica, lo que hizo que se interesase por la geografía, la cartografía y la astronomía, materias estas que estudió con un gran interés y aplicación.

Ya como oficial de la Armada, practicó astronomía en el Observatorio de Cádiz, y trabajó bajo la dirección de Vicente Tofiño en el mapa costero de España, principalmente en la sección entre Fuenterrabía y El Ferrol, en la costa cantábrica,
levantando con sus conocimientos todas las cartas hidrográficas de esta costa, por lo que su trabajo formó parte muy importante del posterior« Atlas Marítimo », siendo uno de los responsables de ver y comprobar su publicación.

Estando ya finalizando su trabajo, en el año de 1788 fue reclamado por don Alejandro Malaspina para que formará parte de su futura expedición alrededor del mundo, siendo encargado por su nuevo jefe, en la verificación y buen hacer en la construcción de las corbetas así como en la preparación científica de ellas, sobre todo en el tema de los instrumentos que eran vitales para el buen fin del proyecto y con el especial encargo, de redactar la crónica de la misma.
Pero su salud le impidió zarpar con la expedición, por lo que se quedó en Cádiz para restablecerse. Recuperado embarcó, cruzó el océano Atlántico, portando nuevos instrumentos, los cuales no desaprovechó, ya que sobre el centró del océano situó varios escollos, consiguiendo alcanzar la expedición en el puerto de Acapulco.

Inmediatamente don Alejandro Malaspina, le comisionó con los nuevos instrumentos, a reconocer y levantar, los accesos y puertos de Veracruz y Acapulco, así como sondar los peligrosos bajos ya vistos pero no situados de la zona de Campeche, así como sus veriles, recogiendo noticias de historia natural, geografía, costumbres, vegetación y clima.
Desde Acapulco navegaron con rumbo al norte, continuando con las tareas de exploración llegando hasta Alaska, donde José de Espinosa, acompañado de Dionisio Alcalá Galiano y Cayetano Valdés, en dos lanchas fueron enviados a reconocer los canales de Nutka.
Tras cumplir esta misión, la expedición puso proa al Pacífico, navegando por las islas Marshall y Marianas hasta alcanzar las Filipinas, fondeando en el puerto de Manila. En 1.792 las corbetas regresaron al Perú. Durante el viaje José de Espinosa se vio afectado por la temida enfermedad del escorbuto, debiendo regresar a Europa. Acompañado por don Felipe de Bouza y a pesar de su delicado estado de salud, nadie pudo evitar, que al cruzar la cordillera de los Andes, se pasara un tiempo para situarla con observaciones astronómicas, consiguiendo llegar a Montevideo donde embarcó de trasporte en la corbeta Gertrudis y arribó al puerto de Cádiz en el mes de septiembre del año de 1794.

Permaneció un tiempo al cuidado de los médicos y al estar restablecido, se encontró con su nuevo ascenso a capitán de fragata, siendo reclamado por el general don José de Mazarredo como ayudante, por lo que permaneció un tiempo en la escuadra del mando del General.
Fue destinado a las islas Filipinas, pero la ir a la capital y presentarse al Capitán General de la Armada, a la sazón don Antonio González de Arce Paredes y Ulloa, éste intercedió ante el Rey, para que siendo más útil por sus conocimientos y salud, fuera destinado a trabajos de investigación más que de guerra, a lo que el Rey accedió, así fue nombrado Ayudante Secretario de la Dirección General de la Armada y Jefe de la Dirección de Hidrográfica.

En el tiempo que estuvo al frente de la Dirección Hidrográfica, su gestión le situó en uno de los puestos más altos, siendo incluso un referente para otros compañeros. Se publicaron dos volúmenes de cartas náuticas, pero de tanta exactitud, que pasados varios años se volvieron a comprobar, decidiendo que no era menester retocar nada, ya que seguían siendo tan válidas como cuando se publicaron.

En el año de 1807, se le ascendió a jefe de escuadra, siendo nombrado, secretario del Almirantazgo. En este puesto sobrevino la invasión francesa y con ella el nombramiento del nuevo rey José Bonaparte, quien intentó el atraérselo, pero se negó por completo y dimitió de todos sus cargos. Siendo el responsable de los documentos de la Dirección Hidrográfica, quiso escaparse a Sevilla con ellos, pero tuvo que desistir al impedírselo la guardia que montaron para evitarlo, lo que le obligó a fugarse de la capital, consiguiendo llegar anta la Junta de la ciudad hispalense.
La Junta lo comisionó para viajar a Londres, para allí fuera del alcance de las manos de Napoleón, seguir dirigiendo el grabado de las cartas náuticas y al mismo tiempo, el dar noticias sobre los movimientos de la marina, comercio de ésta, pesca y arsenales de los británicos. Allí permaneció durante toda la guerra, regresando a España ya con el grado de teniente general.
Al restablecerse el Almirantazgo, volvió a ocupar su cargo anterior, al mismo tiempo que retenía el de Jefe de la Dirección Hidrográfica, pero dada su poca salud dimitió de su cargo en el Almirantazgo, pero se mantuvo en el de la Dirección Hidrográfica, hasta que le sobrevino el óbito el día seis de septiembre del año de 1815, totalmente inesperado, aunque nunca gozó de muy buena salud.

Entre sus obras más notables se encuentran:

«Relación del viaje hecho por las goletas Sutil y Mejicana en el año de 1792 para reconocer el estrecho de Fuca » En la que se da noticia de las expediciones ejecutadas anteriormente por los españoles en busca del paso del Noroeste de la América.

«Memoria sobre las observaciones astronómicas que han servido de fundamento á las cartas de la costa NO. de América » Esta obra, fue publicada por la Dirección de trabajos hidrográficos, pero se volvió a incluir la obra anterior como segunda parte de ella, aunque aumentada con preciosas noticias, observaciones y cálculos para fijar situaciones geográficas importantes.

«Memorias sobre las observaciones astronómicas hechas por navegantes españoles en distintos lugares del globo, las cuales han servido de fundamento para la formación de las cartas de marear publicadas por la Dirección de trabajos hidrográficos de Madrid» Publicada por la Imprenta Real en Madrid, 1809. Son dos tomos en 4°, con cuatro Memorias y varios Apéndices a cual más curioso e importante, un Apéndice en la segunda Memoria del tomo uno entre las páginas 169 y 182, su epígrafe reza: « Observaciones de la velocidad del sonido, de la latitud, longitud y variación, hechas en Santiago de chile por el teniente de navio D. José de Espinosa, y el alférez de navío D. Felipe Bausa en 1794 » Y por nota a píe de la misma página 169 aclara: « Las observaciones que incluye este número las hicimos por mera afición, con motivo de restituirnos de Valparaíso a Buenos Aires por tierra, á procurar nuestra incorporación con las corbetas Descubierta y Atrevida, de cuyos buques desembarcamos en Lima por enfermos. Practicamos asimismo en nuestro viaje muchas operaciones geodésicas, y adquirimos varios planos, descripciones y noticias geográficas, que corregidos con aquellas latitudes y longitudes observadas, han servido para formar una carta particular de la cordillera y las Pampas, la cual se está grabando actualmente en la dirección hidrográfica »

«Idea de la marina inglesa, escrita por el teniente general de la Armada nacional don José Espinosa Tello. Mandada imprimir y publicar por las Cortes» Imprenta Nacional. Madrid, 1821. Es un cuaderno de 67. Fue escrita por orden del Ministerio de Marina, durante su estancia en Londres entre los años de 1810 á 1815.

 Además una serie de trabajos cartográficos como “Carta esférica de las Antillas mayores y del seno mejicano” (1.811), “Carta de las costas de España e Islas Canarias y del mar Mediterráneo, desde el estrecho de Gibraltar hasta la isla de Sicilia” (1.811) y “Carta general para las navegaciones a la India Oriental por el Mar del Sur y el Grande Océano” (1.813).

El Almirante Espinosa tomó parte en la batalla naval del cabo Espartel contra los ingleses, en octubre de 1.782. Estaba en posesión de la Cruz de Caballero de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III, que le fue concedida en el año 1.805.

Hasta aquí la trayectoria vital de este ilustre sevillano que tanto contribuyó con sus trabajos al conocimiento científico y geográfico.

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